Dentro de la agenda del Ministerio del Trabajo, liderado por la
abogada vallecaucana Griselda Janeth Restrepo Gallego, una de las
políticas de mayor anclaje y alcances sociales en un país que se
encamina por superar su inveterado conflicto interno, es la de generar
las condiciones óptimas para lograr que en Colombia se haga realidad
el concepto de empleo decente.
No se trata de mera retórica sino de un propósito del Gobierno
Nacional, contemplado inclusive en su Plan de Desarrollo, para dar
respuesta a la precarización de las condiciones de trabajo y a las
desigualdades generadas por el fenómeno de la globalización.
Propendiendo por elevar las condiciones dignas de los trabajadores se
logra avanzar en forma sustantiva en la paz del país, entendida ésta
como la construcción colectiva de una sociedad democrática concebida
ella a partir de la dignificación de la vida de sus habitantes y
sustentada en valores como la equidad, la inclusión, la garantía de
sus derechos fundamentales y la posibilidad de que la modernidad en
Colombia no se siga postergando.
Dentro de ese contexto y desde la cartera laboral, la ministra
Griselda Restrepo, ha asumido el firme compromiso de generar acciones
orientadas a que el trabajador en Colombia reciba un trato digno y
decente. Ello además porque concibe el trabajo como un valor ético,
que es sujeto, no objeto, y constituye además, el fin mismo de la producción.
Este concepto reconoce el derecho al trabajo como fuente de dignidad
personal, estabilidad familiar y consolidación de la paz en la
comunidad. Sintetiza las aspiraciones de las personas durante su vida
laboral. Significa la oportunidad de acceder a un empleo productivo
que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y la
protección social para las familias, mejores perspectivas de
desarrollo personal e integración social, libertad para que los
individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las
decisiones que afectan sus vidas, y la igualdad de oportunidades y
trato tanto para mujeres como para hombres.
El concepto de “Trabajo Decente” propuesto por la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) ha sido acogido por Colombia y para
ello ha formulado una política pública que cuenta con la asesoría
técnica de dicha organización con el fin de abordar temas como la
erradicación del empleo Infantil, la libertad sindical, el derecho de
asociación y de negociación colectiva, la igualdad de oportunidades y
de trato en el empleo y la ocupación, el diálogo social, y la
extensión de la protección y seguridad social.
Educación para potencializar el trabajo
En su empeño por avanzar en acciones concretas para elevar las
condiciones dignas del trabajo en Colombia, la cartera laboral viene
impulsando el programa Estado Joven. Se trata de facilitar los
procesos de transición de los jóvenes estudiantes del ciclo de
aprendizaje a la oferta laboral, para lo cual se abrió la convocatoria
a nivel nacional a partir del segundo trimestre de este año. De esta
manera, se apunta a que los jóvenes entre los 15 y los 28 años a
través de su formación y conocimientos se inserten en el ámbito
público para que aporten en forma efectiva a la sociedad del
conocimiento que es el camino que posibilitará la modernización y la
modernidad de Colombia en estos tiempos de posconflicto.
Invirtiendo en talento humano e impulsando la innovación se logrará
avanzar sustancialmente hacia la economía del conocimiento, generando
mejores oportunidades laborales. La educación es un derecho y el mejor
medio para alcanzar niveles de buen vivir, por lo cual con Estado
Joven que financia el Ministerio del Trabajo con recursos del Fondo de
Solidaridad de Fomento al Empleo y Protección al Cesante (Fosfec),
administrado por las Cajas de Compensación Familiar, se busca
potencializar las prácticas laborales de los jóvenes estudiantes colombianos.
Dando este tipo de oportunidades, la gestión de los jóvenes
estudiantes en el servicio público contribuirá a desarrollar nuevas
prácticas y formas de organización, de manera que ayuden a producir
bienestar y servicios para solucionar problemas propios del país. La
innovación juvenil tiene que direccionar aspiraciones sociales y
potenciar aquellas ventajas comparativas que ya tenemos de antemano
para construir paz y democracia.
Al fin y al cabo, los jóvenes son el reservorio moral para la
construcción de un país en paz con altos índices de identidad y son,
además, el pilar fundamental para la transformación social de la nación.